Cada mes de mayo, Madrid se viste de chulapo y se llena de música, verbenas y celebraciones en honor a su patrón: San Isidro Labrador. Pero si hay algo que no puede faltar en estas fiestas es su exquisita y variada gastronomía típica. Desde las rosquillas del santo hasta el clásico bocadillo de calamares, la capital rinde homenaje a su tradición culinaria más castiza.
Rosquillas del santo: una dulce tradición
Las rosquillas de San Isidro son, sin duda, las grandes protagonistas de estas fechas. Tienen siglos de historia y se presentan en distintas versiones: las “tontas”, sin glaseado; las “listas”, cubiertas de azúcar y limón; las de Santa Clara, con merengue blanco; y las francesas, con almendra. Todas ellas son herencia de una tradición que se remonta, según la leyenda, a la famosa Tía Javiera, vendedora ambulante del siglo XIX que conquistó Madrid con sus dulces.
Limonada madrileña, el brindis de las verbenas
En San Isidro, si brindas, que sea con limonada madrileña. Este refresco lleva vino, limón, azúcar y trozos de manzana, y es el acompañamiento perfecto para una tarde en la pradera. No se trata de una limonada al uso: su toque de vino y fruta la convierten en una bebida única, ideal para disfrutar al aire libre.
Barquillos y ruletas: sabor y juego
Otro clásico irresistible son los barquillos, crujientes y dulces, vendidos por los tradicionales barquilleros con su ruleta de premios. Esta oblea enrollada se deshace en la boca y es un imprescindible de cualquier verbena castiza. Probarlos es casi tan obligatorio como girar la ruleta para ver cuántos te llevas.
Bocata de calamares: tradición a bocados
Aunque disponible durante todo el año, el bocadillo de calamares cobra especial protagonismo en estas fiestas. Crujientes aros rebozados entre pan crujiente, a menudo con mayonesa o alioli, se convierten en un manjar rápido y económico. Comerlo en una terraza de la Plaza Mayor, con un vermut en la mano, es una experiencia cien por cien madrileña.
Casquería castiza: entresijos y gallinejas
Para los más atrevidos, los entresijos y gallinejas son parte imprescindible del festín de San Isidro. Estas piezas del cordero, fritas en su propia grasa, se sirven en cucuruchos o bocadillos, y son una delicia para los amantes de los sabores intensos. Su origen humilde remonta al siglo XIX, cuando se repartían restos del matadero a los vecinos más necesitados.
Tortilla y huevos rotos: los reyes del pícnic
Si hay un plato que no falla en cualquier reunión madrileña es la tortilla de patatas, y en San Isidro se sirve en pinchos perfectos para llevar al pícnic. También destacan los huevos rotos con jamón, con sus patatas fritas y huevos camperos abiertos justo al servir. Platos sencillos, pero llenos de sabor.
Cocido madrileño: el plato más contundente
Aunque más típico del invierno, el cocido madrileño también tiene su lugar en las celebraciones. Servido en tres vuelcos (sopa, garbanzos con verduras y carnes), es ideal para los que buscan una comida más completa tras una jornada festiva.
¿Dónde probar estas delicias?
Durante las fiestas de San Isidro, la Pradera se llena de puestos con todos estos platos y más. Y si te alojas en nuestro céntrico Hostal Matheu, tendrás toda esta experiencia gastronómica castiza a un paso de la Puerta del Sol.
¡Vive San Isidro con los cinco sentidos y déjate conquistar por los sabores más auténticos de Madrid!